Columnas

Primera Persona Singular VII


– Maca, tengo que decirte algo más.

– ¿Qué?

– Esta hueá es en serio. Lo de Katya et moi.

– Hueona, debís haber estado muy curada. Curada, pasa. Curada, te creo. Pero no hueís po. Como vai a ser fleta. Que rasca eso. Imagínate la cara de los tíos si saben. No hueona, mañana mismo llamo al Gustavo y que te presente un amigo y sentís cabeza, hueona. A ti lo que te hace falta es una buena follada, con un niño bien y que dejís de huevear. Quizás donde te metiste hueona. O sea, JELOU. Ni cagando vai a mi súper mega híper boda con una mina po. O sea. Porque vos vai a ser mi madrina, aunque si la cagai así, quizás seas solo dama de honor. Y no es en mala, es solo que tenis que ir con un loco al lado po…

Y sigue hablando. Encuentra una tarjeta y me la pasa. Sale el nombre de un doctor, una dirección en Vitacura y el logo de una clínica.

– Mañana mismo, mujer, te hago una cita con él. Este doc es milagroso pa que dejís de hacer hueás. Como se te ocurre, Sofía Ignacia…

– Maca, déjate de huevadas. No voy a ir a un siquiatra ni que me den pastillas y cosas. Maca, por primera vez en my life, sentí algo diferente.

– Hueás, puras hueás. A ti lo que te hace falta es un buen pico

– Maca, no hueís

– Hueona, si no vas a la cita con el siquiatra, no te hablo mas

– Ay Maca, que erís exagerada

– Esta hueá es como ser alcohólica, mujer. Tenis que reconocer que la cagaste y olvidar todo esto. Imagínate si te pegaste alguna hueá. Vai a tener que hacerte exámenes. Los gays son tan putos, Shofi…

– Maca, córtala

Y entonces hago algo que siempre quise hacer. Me acerco a ella rápido y antes que diga nada, le doy un beso. Ella queda plop, con el cigarro en la mano.

Silencio. Me vuelvo a sentar en mi sitio. Ella queda congelada, como una foto extraña.

– Maca, siempre te quise. Pero nunca había tenido los cojones de hacer esto. Lo lamento. Si quieres que no nos veamos más, esta bien. Pero yo voy a volver a ver a Katya y estar con ella. Creo que la quiero, aunque suene raro.

La Maca sigue congelada. La ceniza del cigarro cae sobre el sofá de cuero.

– Hueona, ¿por qué hiciste eso?- tartamudea la Maca

– Lo siento. Debía hacerlo

– Estai caga, hueona. Estai caga de la cabeza. Ya me decía el Gustavo que tu eras una mala influencia, una persona rara, pero yo nunca le creí- me grita, histérica.

– Maca, relax.

– Nada de relax, hueona. ¿Cómo se te ocurre darme un beso? Que asco, pero que asco, hueona. Estai mal, Shofi.

– Nunca he estado mejor- le respondo, mientras, por fin, la veo tal como es. Una mujer histérica, homofóbica, cuica, estúpida y que no sabe que quiere de su vida- Me dai pena Maca. Mejor ándate. No vayas a terminar pegándote la hueá del fletismo.

– Si hueona, me voy. Pero no podís hacer esta hueá, Sofía. Te va a cagar la vida.

– Mi vida era una mierda hasta hoy. Ahora, por fin se que es la vida, Maca.

– Hueá tuya- termina. Agarra su cartera y sale, casi corriendo, del depa. Suena un portazo.

Prendo otro cigarro. Sigue sonando el disco de la Mena. Respiro, como si fuera la primera vez que lo hiciera en la vida, con ansias, con libertad.

Agarro mi celu y marco.

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