Benoît Pioulard en Chile: Un viaje envolvente de melodías
El sonido ambiental fue el protagonista de la noche del 28 de agosto, velada que fue encabezada por el multiinstrumentista estadounidense Benoît Pioulard.
Foto y texto por Doris Echeverría
En apertura para pre calentar se presentó Esqueleto (Ottavio Bervakow) empezó a preparar los sonidos con un ambient noise experimental y dío cuenta de que se mantiene fiel a sus bajos y mixturas sonoras, a ratos electrónicas, a ratos un noise pegado e hipnotizante.
Le siguió el Proyecto Icalma, que no pisaba escenario hace varios años, lo cual fue una presentación agradable de ver y oír, esta formación de 3 músicos que mostraban coerción y sabían perfectamente lo que querían presentar, percusiones diversas, voces y discursos significativos, Boissier firme a sus letras, acordes y guitarra con solidez, lo cual mostraba un cuadro plástico lleno de complejidades y un lenguaje difícil de entender, inquietante y grato.
Primera vez que el neoyorkino de apellido Melluch aterriza en lado sudamericano y llega a un teatro San Ginés lleno, un espacio renovado, una audiencia paciente esperando en confortables butacas un viaje.
Lo de anoche en el teatro fue un show íntimo, volcado al ambient y al sello característico de Pioulard, sus acordes únicos, sus extensas grabaciones y sonidos que transportan a un viaje sin final, a ratos conmovedor por la lentitud de esos pequeños ritmos que se complementan con su dulce voz.
Un recorrido y trayectoria que lo hacen merecedor de un sello propio, su presencia en el escenario dió cuenta de su talento y su solidez, es un músico al que tienes que prestarle atención y simplemente dejarte llevar por lo que puede llegar a entregar.
Con firma en Morr music, Kranky, entre otros sellos discográficos, éste músico de ojos celestes brillantes proyectaba en su música, calma, serenidad y la invitación a conectarse y modular los sentidos, un repertorio de corrido con ligeras pausas, dejando sólo algunas piezas en las cuales cantó, aunque se extrañó el guitarreo indie, sin embargo lo que mostró en Chile fue al mismo estilo de su última presentación en KEXP.
Una presentación de casi una hora, jugando con sus máquinas, su guitarra y sus efectos que lo definen como un creador innato de esa música envolvente que te invita a viajar al espacio o al lado oscuro de los misterios. Fué un ritual, una sesión casi privada, un público concentrado y atento al movimiento de sus manos, una fanaticada escondida pero presente.
Lo enriquecedor de tener músicos como Pioulard es saber que existen, que nos pueden dejar ese gusto a poco, eso experimental que sólo se dá una vez, y que los entendidos no se lo iban a perder por nada del mundo.
Luces, cuerdas, y él sólo en el escenario marcando diferencia, un músico sencillo, elegante y con trayectoria con peso en la mochila, nos dejó un lindo viaje sonoro para recordar, lo que se llama INDIE, tambien muta en el tiempo y siempre es agradable viajar con lo simple.
Noche de calma, de pasajes sonoros introvertidos, donde es necesario preparar los sentidos ante las nuevas propuestas, lo amargo se tornó dulce, con una buena producción y notables presentaciones que nos llevaron a relajarnos y liberar la imaginación a través del talento.