Musica

Ballet Mecánico presenta Primera Secuencia

Una década enterrada bajo kilos de nostalgia y esnobismo revivalista. Los ochentas fueron vilipendiados, parodiados, desempolvados y quemados hasta el desgaste. Pero cada cierto tiempo, aparece alguien que no los invoca con aire museístico, sino que los habita con los pies en el presente. Fernando Pinzás, conocido por su trabajo en Varsovia y también por sus observaciones periodísticas, saca brillo al pasado sin caer en el simulacro. Con Primera Secuencia, su debut como Ballet Mecánico, lanza una línea directa entre la Lima del colapso y las pistas alemanas de 1984.

No es una colección de homenajes. Se trata de arquitectura. Canciones pensadas como estructuras con cimientos rítmicos de Hi-NRG y techno pop, ventanas empañadas de synthpop melancólico y pasillos que comunican lo emocional con lo político. El título del disco lo dice todo: un inicio sistemático, matemático, casi clínico, de una nueva forma de entender el baile: como impulso emocional y gesto cerebral. En medio de todo, las voces femeninas funcionan como claves de entrada a distintos estados de ánimo y texturas.

Por ejemplo, “No Cederé” es una sentencia, más que un estribillo. Susana Fátima canta y sentencia con dulzura contenida. Detrás, los sintetizadores chispean como si la electricidad estuviera a punto de cortarse. Italoconnection tomó ese mismo corte y lo redirigió hacia el infinito, como una versión fantasma del tema original, flotando entre espejos rotos. Otro de los cortes destacados, “Testamento”, con Luminiscencia, camina por el filo del synthpop más brumoso y el techno pop de posguerra emocional. No hay catarsis. Solo una calma tensa que se repite como un bucle interminable.

Hay canciones que caminan solas y otras que se arrastran como una ráfaga industrial. “Fábricas del miedo” con Anabhell y “La memoria es un acto político” con Kat Kathia parecen haber salido de un casete perdido de DAF o de una película sobre el Apocalipsis en el Callao. La política entra a escena no como consigna, sino como atmósfera: una Lima crepuscular que se ve de lejos, con los ojos entornados. Y en medio de todo eso, hay espacio para momentos de pura belleza oscura peromelancólica, como “Como la última vez” o “La ciudad de los incendios”.

Un ejercicio de honestidad estética. Primera Secuencia no reinterpreta el synthpop: lo adopta sin culpa, lo extiende y lo tensa hasta hacer que suene incómodo. Fernando Pinzás no reconstruye los ochentas como postal, los vive como presente alterado. Y cuando eso pasa, no hay pasado al que volver. Solo queda seguir avanzando entre luces estroboscópicas, máquinas que respiran y canciones que piensan.

Dale play a la música de Ballet Mecánico:

https://open.spotify.com/intl-es/album/25xogHfgxLiT66EHoKWE2j?si=YTdWToTNTpeR7sl1pLgFZA