Molchat Doma en Chile 2025: En lo sombrío habita la belleza
Anoche, Molchat Doma nos envolvió en una frecuencia imposible de resistir en Basel de Santiago de Chile.
Fotos por María de la Paz Roccolano
Texto por @bynowet
Desde el primer sonido, sentimos cómo la piel se erizaba y el cuerpo se alineaba con cada beat. El pecho vibraba, los pies marcaban el pulso, y una corriente eléctrica recorría la multitud, uniendo desconocidos en un mismo flujo. El aire se movía al compás de los sintetizadores hipnóticos, y las luces, en destellos fríos y precisos, revelaban rostros suspendidos entre la emoción, el vértigo y el trance.
Egor —con esa presencia atómica, lúgubre y magnética— incendiaba el escenario con movimientos que parecían invocar fuerzas invisibles. Cada gesto suyo era una orden silenciosa, un impulso que detonaba dentro de todos. Nuestro cuerpo respondía solo, sincronizado con su energía. Él nos solo guiaba y liberaba. Su danza era un conjuro, una llama que mantenía el ritual encendido.
Entre la penumbra, cada canción nos atravesaba como una descarga emocional, abriendo grietas que dejaban salir algo profundo: melancolía hecha ritmo, oscuridad convertida en deseo. Respirábamos al mismo tiempo, como si compartiéramos un solo cuerpo, una misma emoción en expansión.
Molchat Doma en Chile reprogramó todo nuestro ser, borrando el ruido mental y devolviéndonos a lo esencial: el presente puro, vibrante, absoluto.
Nos recordaron que incluso en lo sombrío habita la belleza… y que cuando el cuerpo se rinde al sonido, el alma despierta.