Recitales

La gracia de envejecer como Interpol

Venían de ofrecer el concierto más multitudinario de su carrera en el Zócalo de Ciudad de México. Con entradas agotadas en el Teatro Caupolicán y un sorpresivo debut en Viña del Mar, Interpol regresó a nuestro país para celebrar el aniversario de sus primeros trabajos, Turn on the bright lights (2002) y Antics (2004).

Por Melissa Peraza
Fotos: Guille Salazar (@guilleasalazar)

Pero los liderados por Paul Banks llegaron con una baja sensible. Sam Fogarino, baterista y pieza fundamental del sonido de la agrupación, se encuentra en rehabilitación de una cirugía en la columna que lo mantendrá apartado momentáneamente de los escenarios, por lo que fue reemplazado por un viejo conocido: su técnico de batería, Chris Broome, quien toca de memoria los temas de la banda.

A diferencia del concierto en la V Región, donde abrieron con Antics para continuar con Turn on the bright lights, en la capital respetaron el orden cronológico e iniciaron con ‘Specialist’, un lado b de su primera producción discográfica. Le siguieron ‘Say hello to the angels’, canción que agitó a los fanáticos en la cancha, y ‘Obstacle 1’, primer hit de la noche.

Antes de finalizar la primera parte del concierto y bajo estricta penumbra, nos regalaron ‘Leif Erikson’, tema que pocas veces interpretan en vivo.

Tras una breve pausa, los neoyorquinos tocaron Antics de forma íntegra, álbum que marcó el punto de inflexión en su carrera y selló su nombre a nivel internacional con tracks como ‘Evil’, ‘Slow hands’ y ‘C’mere’.

Dueños de una estética sombría y referentes indiscutidos del post punk de principio de milenio, los músicos de Interpol se las han arreglado para mantenerse vigentes, respetando su identidad y adaptándose mejor que sus pares de la burbujeante escena neoyorquina de los 2000. Esos chicos melancólicos de terno hoy son adultos que abrazan sus emociones y nosotros también.