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Reseña: Lykke Li – I Never Learn (LL Recordings, 2014)


La música de Lykke Li siempre ha tenido un efecto adverso en mí. Suelo comparar este efecto con el que me provoca leer los libros de Alejandro Zambra por ejemplo. No se puede escuchar sus canciones sin tener las ganas aparentes de encender un cigarrillo, y fumarlo lento, fumarlo bien. Este efecto se acrecenta más aún en I Never Learn, su tercer y más potente LP.

Por Cristian Castro

Nacido producto de un corazón roto, tal como Beck en Sea ChangeI Never Learn es un trabajo de nueve canciones que se rinde ante la desolación. La misma Lykke Li presenta este trabajo como un álbum que surge «(…) de la verguenza y la culpa y la pena y el arrepentimiento que se puede experimentar luego de dejar a alguien. (…) Es como hacerle el amor a mis demonios». Es un álbum que se plantea como un ejercicio que intenta solucionar una única cosa: Hacer del dolor algo tangible, de manera de poder visualizar de alguna forma que el quiebre tendrá un fin, y que no es algo omnipresente ni perenne.

El bello registro de esta sueca se hace presente en todo su esplendor, sin embargo, de entre tanta belleza se deja entrever lo macabro y lo frágil de la ruptura. I Never Learn se aleja de la ternura y de los tambores sensuales de sus trabajos anteriores, para mostrar un sonido desnudo que exuda esos sentimientos que hemos experimentado todos los que hemos perdido el amor: culpa, desamparo y temor al futuro.

«Soy una soñadora, y una artista, y estoy perdida», dice Lykke Li. Pero estar perdido no es tan malo, sobre todo si producto de ese errar, surgen trabajos tan potentes como I Never Learn.

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