Columnas

Columna: 33 – Parte IV (A Hija de Perra)

Escucho un concierto de Christina Rosenvinge con Nacho Vegas en mi celu cuando veo en mi Facebook que murió Hija de Perra.

Por María Magdalena

No se si lamentar que se haya ido tan pronto (después de todo, eternos no somos) o el que no haya podido verla en vivo. Siempre Youtube o Facebook, uno que otro chiste con amigos acerca de sus acciones performistas.

Pero no, no alcancé. Que quieres.  Perfecta no soy.

Leo algunos posts en la prensa. No falta el desubicado homofóbico que la tilda de perdida o cosas peores.

Y uno ahí se pone a pensar.

No hay que recordar mucho, solo  que todos somos falibles.

Hija de Perra era una artista y en Internet y en las noticias de esta noche más de una imagen suya aparecerá en la televisión nacional. Más de una abuelita preguntará si es niño o niña; más de una persona teóricamente cristiana cambiará el canal y pondrá los monitos para distraer a los niños con la chanchita rosada de moda.

Y nada más pasará. Todos olvidarán sus pecados y tirarán sus piedras a la pobre Perry, olvidando que todos somos pecadores, que aunque seas puro y casto por fuera, muchas veces tus mismas conductas en la impunidad de la ciudad horrorizarían a tu madre si te viera.

Que en más de una ocasión  has visto con lujuria a quien no debías. Que en más de una ocasión no cediste el asiento en el metro a una viejita; que no diste propina al mesero por amarrete. O peor, pero no menos común:  que fuiste cruel con alguien a quien decías amar.

No olviden que el mismo Cristo era medio hippie para su época.

Que el amor que predicaba y que los católicos extremistas olvidan hacia que él tuviera como mejor amiga a una puta, que algunos de sus discípulos hayan tenido una vida perdida antes de conocerlo (no olvides a Saulo, que después paso a San Pablo y que fue una persona bastante especial, por decir lo menos)

Que no todos son blancas palomas. Que nada es blanco o negro, sino más bien un arcoíris donde los amores se confunden con los odios, donde la traición se abraza con la lujuria y se caga encima de las tradiciones.

Todo en nombre del amor, pobre amorzuelo en el cual todos enjuagan sus pecados con la excusa de que es inevitable y que no lo pueden evitar.

Pensaba escribir hoy acerca del celibato y el hecho de que moriré célibe. Acerca de la diferencia entre celibato, pureza y castidad (conceptos diferentes que suelen ser alienados) y de que probablemente mucha gente se sienta así, sin saberlo.

Pero  se nos fue Hija de Perra y maldigo no haberla visto en vivo.  Que el tiempo y el dinero sea escaso. O viceversa. Y que eso no te permita hacer todas las cosas que quieres, que humana cosa.

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