Mario Bava y la herencia del mal
Seguramente más de alguno se estará preguntado…¿quién mierda es Mario Bava?, bueno, para ellos les puedo mencionar que Mario Bava fue un director italiano de cine, nacido en tiempos de la 1ra. Guerra Mundial y fallecido a inicios de la década del 80, quien lograría un merecido sitial dentro del género del cine de horror.
Por Roberto Campos
Mario Bava fue en realidad el padre del cine de horror italiano, género también conocido simplemente como “giallo” (amarillo), nombre que fue tomado por el color de las portadas de las novelas del género “pulp” de los años 30 que se publicaban en dicho país y que servirían como inspiración para sus películas y las de Dario Argento, 30 años más tarde. Los argumentos de estas novelas versaban generalmente sobre asesinatos con tintes sobrenaturales, donde finalmente se descubría a un asesino muy humano, cuyo único poder era una demencia patológica; claro que el atractivo de su lectura estaba en las descripciones extremadamente gráficas de muertes y torturas, combinadas con una buena dosis de damiselas en peligro que normalmente terminaban completamente desnudas. Nótese que la fórmula DAD (Demencia + Asesinatos + Desnudos), puede ser reconocida y rastreada hasta nuestros días.
La primera película de Mario Bava como director, fue La maschera del demonio (1960), también conocida como Black Sunday o The Mask of Satan. La historia nos relata la venganza de una bruja, la cual después de ser quemada en la hoguera por su hermano, regresa 200 años mas tarde para…bueno, supongo que ya captaron la idea. Además es digno de mención que el rol protagónico pertenece a Barbara Steele, quien aporta una buena dosis de voluptuosidad al film.
Algunos años después, y con varias películas de diferencia, se estrena I tre volti della paura (1963), estrenada en inglés bajo el nombre Black Sabbath (por si se lo están preguntado, la respuesta es ¡sí!, el grupo de música tomo su nombre por esta película). En ella se compilan 3 historias de horror, presentadas, nada menos que por Boris Karloff, quien además protagoniza la historia central. En la primera, titulada “The Telephone”, nos encontramos con una pobre mujer que recibe llamadas telefónicas amenazadoras de parte de un ex convicto y decide pedir ayuda a una antigua amiga (pésima decisión), un dato interesante es que en la versión inglesa se eliminó toda referencia al ejercicio de la prostitución y la relación lesbiana entre las protagonistas. La segunda historia, “The Wurdalak”, nos introduce en la Rusia del siglo XIX y la tragedia de una familia que debe lidiar con la constante amenaza de un vampiro, hasta que el padre decide eliminarlo, con el resultado de que el mismo regresa convertido en vampiro. Finalmente, “The Drop of Water”, nos cuenta la historia de una enfermera a la cual se le solicita que prepare el cadáver de una anciana muerta recientemente, el problema es que la enfermera decide robarle un valioso anillo a la anciana, la cual resulta ser una bruja extremadamente vengativa.
Finalmente no puedo terminar esta lista sin mencionar “Terrore nello spazio” (1965), a.k.a. Planet of the Vampires. Es película es extremadamente interesante, ya que nos cuenta la tragedia de un grupo de exploradores del espacio que deciden responder una llamada de auxilio, dirigiéndose a un planeta donde los espera una amenaza que no se imaginan. Muchos concuerdan, este columnista incluido, que es imposible negar las influencias de esta película en la clásica Alien (1979), especialmente la escena donde encuentran una nave espacial extraterrestre abandonada y un esqueleto gigante en su interior.
Pero la obra de Mario Bava no es sólo terror, también nos encontramos con un mundo donde la maldad existe, una maldad que actúa sobre la realidad física y que no reside exclusivamente en el corazón de las personas, ya que está en los bosques, las gotas de agua, los amigos y el espacio. Y es en esta concepción donde nace el verdadero horror, al darnos cuenta que ante el mal estamos indefensos, que no hay nada que podamos hacer para escapar de la condenación, no importa cuánto luchemos o imploremos clemencia, sólo nos queda la desesperación y la angustia de lo inevitable, recordándonos la expresión del personaje de la obra “El Grito” del pintor Edvard Munch.
Un comentario
patricio toro
Excelente, Roberto ahora entiendo cuando te entrevistaron por Alíen y hablaste la similitud con Mario Baba, un abrazo y te seguiré leyendo