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Columna: 33 – Parte VII – Doceavo mandamiento

Dios mandó a escribir los Diez Mandamientos en dos piedras. Jesús introdujo el mandamiento onceavo: amar al resto como El nos amó. Pero debería escribirse un doceavo mandamiento en estos tiempos de caos: no volver a juntarte con tu ex.

Por María Magdalena

Aunque hayan pasado varios años y el recuerdo sea el equivalente a una canción pasada de  moda o un corte de cabello que amábamos en esa época, pero que hoy juramos nunca volver a usar.

El simple y complejo hecho de tomarte una taza de te y conversar algunos cigarrillos en forma civilizada, mientras en la terraza pasan pequeños ciclones de viento, porque ahora con la ley del tabaco no puedes fumar el lugares cerrados (y ni hablar de cuando era norma café más cigarritos en cualquier parte, lo que hoy es una herejía comparable a hacerle una zancadilla a un ciego en la Alameda) mientras lo escuchas hablar de su vida y tu piensas: “¿en qué demonios estaba pensando cuando me metí con este personaje? ¿Estaría drogada o muy aburrida o tan desesperada?”

Y ahí uno comprende: no debes volver a juntarte con tus ex. Aparte de la pérdida de tiempo, está el hecho de pensar que tal vez, ahora, podría funcionar.

Ya no eres tan pendeja, ya sabes los movimientos necesarios en la cama para que te propongan matrimonio o vivir juntos sin tener que gastar un peso.

Ya no eres tan inocente: sabes como manejarlo a la perfección: conoces a su familia y amigos. Ambos han terminado de estudiar y están laburando. Vives sola. Compras lo que se antoja en el súper. Hace años que no arrastras la bolsa del pan.

Por otro lado, es un ex. Ex de pasado, ex de cosas buenas y malas. Ya sabes como besa, ya sabes como hacerlo temblar con el dedo meñique de tu mano.

Si volvieras con el, podrías dejar pasar a otra persona que si te salvaría del aburrimiento; con la que descubrirías cosas nuevas y no estarías hablando del pasado adolescente universitario ni de las fiestas pasadas hace tantos años que te da vergüenza ajena sacar cuentas.

Pero con el tiempo pasa algo irónico: una olvida (o suele olvidar, a menos que tengas un recordatorio, onda diario de vida) las cosas malas y desagradables.

Ahora mi ex me cuenta que va a ser papá y que tiene pareja. Y una se sorprende: es el mismo personaje prejuicioso que juraba jamás casarse ni tener hijos; el mismo de antes, sólo que ahora lo veo un poco más simplón y con anillo de compromiso.

Y mientras el te dice que estas cada día mas linda, como lo haces, uno recuerda las reglas del juego mientras el te mira con cara de lobito mayor y entonces te acuerdas de la guagua.

“¿Te tincaría un revival?” pregunta y entonces tu recuerdas por qué terminaste con el; recuerdas los malos momentos, cuando se ponía celoso sin motivos y escuchaba con la orejita parada cuando hablabas por teléfono con otra persona para luego interrogarte.

–      Corazón, me tengo que ir. Hasta la vista, baby- y entonces tomo mi carterita y salgo del café.

En la esquina, prendo un cigarrillo. Seguiré caminando, seguiré jugando, pero no retrocederé.

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