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Entrevista con Gustavo Álvarez Núñez: de Moris a Babasónicos

Entrevista con el periodista cultural, poeta y ex Spleen Gustavo Álvarez Núñez sobre el nuevo libro Éramos tan modernos. Costumbres argentinas de decir no. De Moris a Babasónicos. (La Carretilla Roja, 2020).  

Por Ricardo Cabral

“Quizá la nula publicidad, la mala distribución y una pobre calidad de sonido, indujeron a que no fuera lo que tendría que haber sido: el eslabón perdido entre esa modernidad porteña incipiente y la denuncia de los abusos militares; esa grieta que el álbum de Nylon perforó. Esa alternancia entre lo testimonial y lo divertido era posible, era viable. No obstante, y pese a contar con todos los ingredientes comedidos, El ciudadano no obtuvo el reconocimiento y la relevancia que encerró su desafío.”, escribe el periodista cultural, poeta y ex frontman de Spleen Gustavo Álvarez Núñez sobre Diana Nylon, el grupo de Diana López y Ricky Mor circa 1983. 

Es apenas un fragmento de Éramos tan modernos. Costumbres argentinas de decir no. De Moris a Babasónicos., lanzado recientemente por el sello editorial independiente La Carretilla Roja. El libro es el resultado de la actualización de un trabajo de investigación para conmemorar los 40 años de rock argentino en 2006, que inicialmente formaría parte de un proyecto colectivo sobre la cultura rock emplazado por el estado, pero quedó en el limbo. “Es decir, han pasado muchos años de su producción pero algunos temas planteados continúan vigentes”, se advierte en la introducción. 

Los temas de referencia son “las mutaciones de los músicos y su música, las rupturas, los choques, las fricciones, las continuidades y discontinuidades”, según el detalle del prólogo del escritor y curador Rafael Cippolini. GAN realiza un recorte transversal en el parnaso cultural argentino y releva versiones diferentes a la historia oficial (sobre Moris, Litto Nebbia, Manal, Charly García, Luca Prodan, Spinetta, Cerati y siguen las firmas), y rescata algunos nombres que por su porte de riesgo no entraron en saga alguna: Estupendo, Diana Nylon y Todos Tus Muertos. La portada que se devela escaneando el código QR fue realizada por Gisela Faure.  

-Después de la difusión de la miniserie Rompan todo y su recorte digno de un portfolio de Santaolalla más que de una historia del rock Latam, considero oportuno consultarte: ¿Por qué elegiste estos referentes para hablar de la modernidad en el rock argentino y no otros? ¿Cuál es el recorte simbólico que proponés o disponés en Éramos tan modernos?

Es que si bien en los años 80 el rótulo “rock moderno” abrazó una causa y ciertos desafíos, me interesó bucear en determinados momentos de la rica historia del rock argentino donde el malestar que implica la irrupción de lo moderno –como disidencia, como novedad, como cuestionamiento, como problematización de un orden de cosas–, provoca un reacomodamiento de las piezas y una redefinición de la identidad rockera. Desde Tanguito y Moris a Virus y Estupendo, desde Virus y Diana Nylon a Daniel Melero y Babasónicos. ¿Cómo reescribir una historia en medio de la inscripción de una nueva fisura? “Inscribir lo ya escrito, inscribir”, decía Osvaldo Lamborghini

GAN por Francisca Fernández Etcheto

-El capítulo “La Guerra de Malvinas” en el que rememorás “El banquete” de Virus, ¿había sido publicado ya en la revista Plan V? ¿O mi memorabilia está muy mal? De paso contanos un cachito de que la iba esa publicación que te tenía como asiduo colaborador.

¡Moría me! Mi memoria tampoco está avalada por la OMS… (Risas). Es probable que haya sido parte de un ensayo que armé sobre la continuidad del cancionero latinoamericano y revolucionario en las peñas de las nuevas militancias de fin de siglo. Como que la fotocopia de los Piero y compañía seguían orbitando en las guitarreadas pese a que el mundo al que satanizaban no era el mismo. Han pasado quince años, me parece, de esa revista. Plan V fue un proyecto al que llegué vía Esteban Castromán y Mariano Repetto (baterista del grupo Bicicletas, ahora Bicicletas 3000), y que generó una cantera muy interesante con nuevas voces y miradas: desde la fotógrafa Lola García Garrido al artista visual Ezequiel Black, del escritor y editor Iván Moiseff a la ilustradora Pum Pum.

-El rescate de Diana Nylon es un acto de justicia poética. También la historia de la modernidad en el rock se ofrece como la mayonesa, puro huevo. Comprendo que el libro fue escrito en una década en la que el feminismo no contaba con la visibilidad actual. ¿Hoy destacarías a alguien más en esa vía?

El libro tuvo una vida en 2006. Si bien me pagaron el trabajo, al final no se editó: era parte de un proyecto de la Secretaría de Cultura de la Nación alrededor de los 40 años del rock argentino. Parte de ese material –más que nada el enfocado al rock chabón, lo utilicé para mi participación en el libro Ayer nomás de Musimundo–, y cuando Mauro Quesada, del sello La Carretilla Roja, me propuso editar con él, recordé ese texto. Después, me ocupé de podarlo lo suficiente e incorporé algunos nuevos protagonistas. Entre ellas, pensé en Diana Nylon como un eslabón perdido entre dos causas rockeras en medio de la vuelta de la democracia: conciliar el espíritu moderno y bailable con ciertas líricas con carácter de denuncia a la dictadura militar. En cuanto al feminismo, en mi recorte iba por otro lado la revalidación de Diana Nylon. Pero entiendo que no deja de ser curioso o llamativo que un mapa como el rockero donde el machismo no era cuestionado, figuras como las de Diana, Celeste Carballo, Fabiana Cantilo, Vivi Tellas (Baby Scuit), las Viudas e Hijas o Leonor Marchesi (Púrpura), abrieron el camino para que hoy en día desde Barbi Recanati a Paula Maffia, de Florencia Ruiz a Las Kellies y tantas, puedan hacer la suya sin tener que pedirle nada a nadie.

-La mención al “rock chabón” en el capítulo “Momento Luca Prodan…”, me recuerda a esa suerte de antónimo ausente en el libro llamado “generación sónica”: Babasónicos (aunque más adelante tiene su capítulo con su Momento Dárgelos), Tía Newton, Martes Menta, Juana La Loca, Resonantes. ¿No te interesó remarcar su aporte a la modernidad argentina o simplemente no era tu objeto de interés en el asunto? 

En verdad, este Éramos tan modernos amerita una segunda parte donde se revisen otros momentos en que se dijo “no”: Juana Molina dejando el barco Santaolalla para volcarse a la canción experimental, Andrés Calamaro abandonando el país después del álbum Nadie sale vivo de aquí, y claro, la generación sónica, desde los artistas citados hasta Suárez y la autogestión, otro modo de resignificar la modernidad en los años 90. Si no están es por una cuestión de tiempos. Tampoco quería ser tan exhaustivo. No es lo mío esa apropiación totalitarista. Me gusta más lo fragmentario. Me gusta más decepcionar. (Risas)

-Este libro salió por una editorial autogestiva y lo curioso es que se sabe que por tu trayectoria quizá podías acceder a una mainstream. ¿Fue una elección consecuente con tu devenir, o bien, mera empatía con el trabajo de La Carretilla Roja? 

Empatía y confianza con La Carretilla Roja. Años atrás, saqué con ellos una plaquete muy sentida, Bailemos (2018). Pero, además, fue su editor (Mauro Quesada) quien se acercó y me lo propuso. 

-En este último lustro tu intermitencia creativa estuvo de parabienes: publicaste poesía, un ensayo, un disco solista, además de notas a granel y volviste a la radio. ¿Qué más hay en el horizonte próximo?

Este año se vienen dos libros: uno de poemas, El sillón y la cama –con contratapa de Guillermo Saccomanno–, vía el sello Caleta Olivia a mediados de mayo. Y para fines de octubre, Una deriva que los contenía, un conjunto de relatos que lanzará el sello Malisia

Éramos tan modernos se consigue en todo el mundo en versión digital a través de La Carretilla Roja, y en papel, en librerías de Argentina.